Las naciones industrializadas de Europa del Este y
América del Norte son exportadores netos de capital. Su nivel de ahorro interno
es tal que no solo permite financiar su desarrollo de manera endógena, sino que
son países acreedores de otras naciones que dado su nivel de ingreso bajo, no
están en posibilidades de contar con suficiente ahorro interno para financiar
su desarrollo, por lo que se ven en la necesidad de solicitar créditos al
exterior. El caso de México y de las naciones de reciente industrialización del
este asiático presentan esta situación.
La apertura comercial hacia América del norte es
gradual e implica una creciente participación de productos extranjeros en el
mercado mexicano, así como de las mercancías nacionales en sus mercados. Desde
luego la desproporción de participación comercial es muy significativa. Desde
luego el problema no es la desproporción en la magnitud de participación
comercial, sino en los términos de intercambio. El competir con naciones que
presentan menores inflaciones que la nuestra imponer fuertes presiones en la
paridad cambiaria del peso con sus monedas. Esto desde luego también implica no
una devaluación del peso, sino de la remuneración real de los nacionales
comparativamente a la de los extranjeros.
La deuda externa de dichas naciones crece a
dimensiones que en la mayoría de los casos supera el valor de su propio
Producto Nacional Bruto anual. Sujetas a este estigma, han sido presionadas por
organismos internacionales de financiamiento al desarrollo tales como el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para que procuren garantizar la
liquidez internacional de sus monedas, y su solvencia económica ante sus
acreedores por medio de la promoción de las exportaciones.
Resultado de lo anterior es que estas naciones se han
visto en la necesidad de reorientar su vocación industrial a la producción de
productos que presenten ventajas competitivas. Muchas de estas a costa del
desabasto nacional. Por decir, en el Bajío se producen más productos forrajeros
para alimentar animales de las granjas del norte del país, que finalmente
surten del carne a otras naciones que a los mercados locales. Así también en el
Bajío se producen hortalizas de exportación. La mesa del mexicano, especialmente
el maíz, se importa.
Aún este esfuerzo, ante la carencia de ahorro interno,
el país no ha estado en la posibilidad de tener un nivel de inversión capaz de
garantizar montos suficientes de exportación que le den base al peso y a la
liquidación de deuda y pago de intereses. Así, se han des-regularizado y
"liberalizado" a la inversión extranjera muchos sectores productivos
del país, con la idea de captar inversión extranjera directa.
La mejor oferta del país es un régimen institucional
desregularizado y liberalizado, y una abundante y mediamente calificada fuerza
de trabajo, muy barata. El salario mínimo es tan bajo que no obstante el nivel
de productividad promedio de la fuerza de trabajo en el sector manufacturero se
estima en cerca de 6 mil pesos al mes, el salario promedio del sector es de mil
quinientos pesos.
Por otra parte, el país compite por captar la
inversión extranjera directa con otras como son las del este asiático, europeo,
Africa y América latina, lo que implica aún un mayor esfuerzo en la
desregulación económica en materia de inversión extranjera, y congelamiento del
salario.
La estrategia del gobierno es crear empleo aunque se
incremente la tasa de explotación. Aunque esto no debe verse como un problema
de la demografía, sino del reparto económico.
Las naciones industrializadas de Europa del Este y
América del Norte son exportadores netos de capital. Su nivel de ahorro interno
es tal que no solo permite financiar su desarrollo de manera endógena, sino que
son países acreedores de otras naciones que dado su nivel de ingreso bajo, no
están en posibilidades de contar con suficiente ahorro interno para financiar
su desarrollo, por lo que se ven en la necesidad de solicitar créditos al
exterior.
me parecio muy buena tu información,muy clara =)
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